De más esta decir, que el marino alemán Carl Feigenbaum, ante todo fue un
buen inquilino. En ningún momento incumplió el contrato de subarrendamiento
celebrado con la propietaria del inmueble, doña Juliana Hoffman: sencillamente,
una noche de Septiembre de 1894, entro a su habitación cuando esta dormía y la degolló
salvajemente frente a su hijo. Al parecer, los gritos del niño a través de la
ventana, atrajeron inmediatamente a la policía de New York, mientras el asesino
se daba infructuosamente a la fuga. Resulta tentador pensar que si Carl
Feigenbaum, fue verdaderamente el asesino de Whitechapel, lo que no pudo hacer el
cuerpo entero de oficiales de Scotland Yard, si lo hizo el grito delator de
aquel aterrado niño. Después de ser
sentenciado y ejecutado en la silla eléctrica de la cárcel de Sing Sing en el
año 1896, Carl Feigenbaum fue objeto de diversas conjeturas y sospechas. El disparador
fue dado por su propio abogado defensor, el doctor William Lawton, quien con mucha
delicadeza guardo el secreto hasta el momento mismo en que cortaron la luz: declaro
ante la prensa norteamericana que en una de sus tantas entrevistas con el
acusado, este le habría confesado ser un despiadado asesino serial desbordado
por la imperiosa necesidad de matar y mutilar mujeres. De ahí que el doctor
Lawton, asegurara a la prensa norteamericana, tener la certeza de que los
crímenes atribuidos a Jack el Destripador los había perpetrado su propio defendido.
Con semejante defensa, podemos comprender el destino fatal de Carl Feigenbaum e
intuir a las claras que ya durante el proceso judicial, existió algún tipo de
cortocircuito con su letrado patrocinante. Lo cierto es que la historia
personal de Carl ayudo a consolidar dicha teoría, dado que su actividad de marino
mercante en la línea de Norddeutsche (en la cual
trabajo mucho tiempo), lo habría
llevado algunos años antes a la ciudad de Londres, más precisamente durante los
meses en que se perpetraron los famosos crímenes de Witechapel. La presente
teoría (contemporánea a la época en que se cometieron los crímenes), resurgió hace algunos años cuando
el autor británico Trevor Marriott publico su libro “Jack the Ripper:
The 21st Century Investigation” postulando a Carl Feigenbaum como único y verdadero autor de los asesinatos de Londres.
Teoría que por otro lado pretendió consolidar y demostrar, enunciando un cumulo
de crímenes sin resolución, que podrían haber sido consumados por el marino mercante
durante sus viajes por Norteamérica y Europa. En fin, más allá de cualquier
especulación al respecto, esta teoría no habría salido a la luz, sino fuera por
la indiscreción de su abogado y por los gritos de un niño que en el siglo
pasado, delato sin saberlo a Jack the Ripper.
Brillante artículo. Felicitaciones
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