Michael Myers es un asesino de ficción creado por el director
de cine John Carpenter para la saga de películas de terror “Halloween”. Myers tiene un poder sobrenatural, consecuencia de una extraordinaria fuerza
maligna y sangrienta, que lo impulsa a asesinar a todos los miembros de su
familia y en líneas generales, a todo aquel que se interponga en su camino. A
lo largo de la saga, Myers es perseguido
por el Dr. Samuel Loomis, médico psiquiatra que sigue sus pasos durante años, convirtiéndose
en el principal enemigo de Myers. En la película
original de 1978, cuando Myers era un niño de tan solo seis años de edad, comenzó
a escuchar voces “internas” que lo incitaron a matar. Su primer asesinato, lo
consumo una noche de Halloween cuando disfrazado de payaso, asesino a su
hermana de 17 puñaladas. Luego de tan horrible crimen, el niño es enviado al hospital psiquiátrico Smith´s Grove Sanatorium
e internado en aquel hospicio durante quince años, tiempo durante el cual será asistido
por el Doctor Loomis. En 1978, Michael logro fugarse del Psiquiátrico y regreso
a Haddonfield con el fin de matar a su
otra hermana, quien había sido adoptada por la familia Strode después que
murieran sus padres, para cerrar el círculo sangriento iniciado quince años
antes. En octubre del 2014, por unas pocas noches, se reestreno remasterizada en
cine, ocasión donde tuve oportunidad de verla por primera vez en pantalla
gigante un sábado de trasnoche, luego de caminar por calles oscuras bajo una persistente
lluvia junto a mí prometida. Hoy un pequeño Myers paso a formar parte de mi
biblioteca. Vaya pues, la dedicatoria de
esta reseña para ella y al cine clásico de Carpenter.
miércoles, 19 de agosto de 2015
jueves, 13 de agosto de 2015
Arthur Conan Doyle y Jack el Destripador: El Club de los Crimenes.-
En julio de 1887, Arthur Conan Doyle comienza a proyectar la
escritura de su novela histórica “Micah Clarke”, concluida en febrero de 1888.
Durante el proceso de escritura de dicha obra, más precisamente durante las
navidades del año 1887, el numero principal de “Beeton’s Christmas Annual”
publico un “Estudio en Escarlata”, texto que paso desapercibido para la crítica
literaria de la época, pero no así para los lectores que agotaron rápidamente aquella
primera edición. Este era el contexto en que se encontraba Doyle aquel año de 1888, cuando
comenzaron los crueles asesinatos de prostitutas en el East End de Londres, por
parte de quien seria conocido como “Jack el Destripador”.
Algunos años después, en 1904, Arthur Conan Doyle fue
invitado a integrar un exclusivo club en Londres, conformado por apenas doce
personas. Club, que en sus comienzos se llamo oficialmente “Nuestra Sociedad”,
aunque con transcurso del tiempo sería conocido bajo el nombre del “Club de los
Crímenes”. Dicha sociedad tenía por objeto investigar los crímenes más
intrigantes y misteriosos de la época. Entre los miembros fundadores de dicho
Club, se encontraba Henry Brodribb Irving, hijo del afamado dramaturgo y aficionado
a las investigaciones criminales, Lambton, James Bereford Atlay, Lord Albert
Edward, John Churton Collins y Fletcher Robinson, quien había colaborado con
Arthur Conan Doyle, en la historia de la tercera novela de Holmes “The Hound of
the Baskervilles”.
Esta sociedad, tenía como principal objetivo reunirse para
cenar o almorzar algunas veces en el año, con la particularidad que las
disertaciones allí efectuadas, no podía trascender públicamente, de tal manera que
cada uno de los miembros del Club, debía cumplir con un estricto deber de
confidencialidad. Una vez concluida la comida, los integrantes del “Club del
Crimen”, realizaban un amistoso análisis sobre algún crimen famoso, que
generalmente derivaba en un ameno debate sobre el caso.
El Club, formado originariamente
por doce personas, con el transcurso de los años creció al punto de cambiar la estructura de sus reuniones.
Aquello que se había iniciado como un conjunto de cenas informales, con el
paulatino incremento del número de socios, las disertaciones se transformaron
en estructurados discursos sobre crímenes, en los cuales se le confería a cada
socio una determinada cantidad de tiempo para exponer su opinión sobre el
tema.
En la época de los crímenes de Jack el Destripador, el caso
despertó el interés de Arthur Conan Doyle, amante de la investigación detectivesca
y los casos criminales. El referido interés por el caso se vio profundizado
cuando en el año 1892, el autor visito el “Black Museum”, situado en los
subsuelos del nuevo edificio de Scotland Yard, el cual fue reabierto en el año
1890. En aquel museo, dedicado a guardar objetos de interés relacionados con
crímenes famosos, el creador de Sherlock Holmes pudo apreciar el original de
una fotografía del cadáver de Mary Jane Kelly como asimismo, una postal y una
carta en tinta roja, escrita de puño y letra por el asesino, dirigidas en 1888,
al director de la agencia de noticias.
El 19 de abril de 1905, Doyle se reunió con el resto de los
integrantes del “Club del Crimen” quienes se dieron cita en el East End de
Londres, con el fin de recorrer la escena de cada asesinato atribuido a Jack el
Destripador. Entre los integrantes del
aquel grupo, se encontraban presentes, Ingleby Oddie, Frederick Gordon Brown,
Churton Collins, Henry Brodribb Irving y nuestro admirado autor, Arthur Conan
Doyle. El Doctor Gordon hacia las veces de guía del grupo, siendo algunos
años atras, el médico que examino el cuerpo sin vida de Catherine Eddownes la
noche de su muerte y quien finalmente efectuó la autopsia de su cadáver.
Además de conocer los lugares donde las víctimas fueron
ultimadas, esto es, Buck’s Row, Hanbury Street, Dulfield’s Yard y Mitre Square,
los miembros del grupo visitaron algunos de los tantos alojamientos y
habitaciones decadentes, donde podría haberse alojado el asesino durante el año
1888. Por último, ingresaron a la diminuta habitación de Mary Jane Kelly, sita
en la lúgubre y tenebrosa calle Dorset Street, donde se tomaron algunos
minutos para observar, algunas de las tantas fotografías de los restos mutilados
del cuerpo de Kelly, capturadas por la policía londinense.
Los resultados a los que arribo Arthur Conan Doyle, sobre el
caso de Jack el Destripador, se pueden resumir de la siguiente manera: el autor
pensaba que la carta y la postal que había visualizado en el Black Museum eran
autenticas. Conforme algunas palabras utilizadas por el autor de la carta,
llego a la conclusión que el asesino había vivido en Norteamérica puesto que la
misiva contenía americanismos y otras expresiones usualmente no utilizadas por
los británicos. A raíz de esto, Doyle explico que hubiera sido acertado
reproducirlas en los periódicos más importantes de Norteamérica y Gran Bretaña,
con un breve resumen de las particularidades de la letra, de tal manera que la
población pudiera fácilmente cotejar si aquella caligrafía era semejante a otra
que pudieran llegar a conocer.
Si bien la policía había publicado la mencionada carta y la postal en los periódicos, había omitido acompañarlas con un examen de caligrafía, herramienta por demás útil para la sencilla comprensión del gran público. Además, Conan Doyle pensaba que podía llegar a ser cierta, la posibilidad que Jack el Destripador se vistiera de mujer con el objeto de pasar desapercibido y huir de la escena de crimen sin levantar sospechas. ¿Las prendas de mujer arrojadas al fuego de la chimenea de Miller’s Court podrían ser un indicio al efecto de consolidar dicha posibilidad?
En este sentido, ante la consulta efectuada por el afamado
escritor norteamericano Tom Cullen, autor de “Otoño de Terror” al hijo del
creador de Holmes, sobre qué opinión podría haber tenido su padre sobre el
caso, Adrian Conan Doyle respondió “Como ya han pasado más de treinta años, no
es fácil recordar las opiniones que le merecía el caso del Destripador. De
todos modos, creo que no le parecía imposible que aquel hombre tuviera
conocimientos rudimentarios de cirugía, y que probablemente se disfrazase de
mujer para abordar a sus víctimas sin levantar sospechas”.
En el año 2012, se publico “Conan Doyle and The Crimes Club”
de Stephen Wade, donde su autor analiza aspectos de la vida de los primeros
integrantes del “Club de los Crimenes” ubicándolo en el contexto de la época en que
el mismo fue creado. El merito de dicha publicación reside en el hecho, de ser
el primer texto en tratar un tema que siempre fue dejado de lado en las
principales biografías de Conan Doyle, aunque en realidad (pese a su
maravillosa portada) no ahonda con profundidad en su rol dentro del club, sino más
bien como un integrante mas, entre las muchas personalidades que lo conformaron.
Por su parte, en el año 2014 se divulgado una nueva teoría
sobre Doyle y Jack el Destripador, a raíz de la publicación del libro “Informe
Policial. La verdadera identidad de Jack el destripador”, del perito forense y
grafólogo español Jesús Delgado, en cuyo texto el autor intenta desarrollar la
teoría a partir de la cual, Doyle y Jack el Destripador habrían sido la misma
persona. Si partimos de la base que Doyle, recomendaba a la policía londinense hacer
un estudio caligráfico, a los efectos de revelar la identidad del asesino,
puede parecer increíble que aquello se le haya vuelto en contra y se lo acuse de
ser (sobre el análisis de su propia letra) el asesino más importante de la
historia.
En este sentido, se recomienda consultar la estupenda pagina creada por el Dr.
Gabriel Pombo pomboypombo.blogspot.com.ar, quien ha efectuado un detallado
análisis al respecto.
Black Museum: donde Conan Doyle observo las cartas de Jack el Destripador en 1892.-
Carta de Jack el Destripador "Dear Boss" leida por Conan Doyle durante la visita.-
El Dr. Frederick Gordon Brown, quien oficio de guia a los integrantes del "Club de los Crimenes" cuando recorrieron el East End, tras los pasos de Jack El Destripador. Circa 1909
Portada del Libro "Conan Doyle y el Club de los Crimenes. El creador de Sherlock Holmes y sus Amigos Criminologos" de Stephen Wade.-
Portada del libro "Infome Policial. La verdadera Identidad de Jack el Destripador" de Jesus Delgado.-
martes, 11 de agosto de 2015
Arthur Conan Doyle- The Hound of the Baskervilles.-
En Sudáfrica, durante la guerra que el Imperio Británico
desarrollaba contra los Boers, más precisamente entre los meses de Marzo y
Junio del año 1900, Arthur Conan Doyle ejerció y brindo su apoyo, como médico
voluntario en el Hospital de Campaña Langman, Bloemfontein. Allí conoció a un
periodista llamado Bertram Fletcher Robinson con quien, luego de extensas
charlas, terminaría cultivando una profunda amistad. Transcurrido algún tiempo,
después de su regreso a Inglaterra, Doyle y Robinson se tomaron cuatro días de
vacaciones, y se trasladaron a Cromer,
Norfolk, con el fin de jugar al golf, entre otras actividades recreativas. En
aquellos días de marzo del año 1901, durante la mencionada estadía en el Real
Links Hotel de Cromer, Robinson le hablo a Arthur de la zona de Dartmoor y su
desolado paisaje de paramos, además de las extrañas y misteriosas leyendas que
circulaban entre los pobladores, mas puntualmente, una relacionada con un
sabueso fantasmal que en las noches infundía terror entre los lugareños de aquella
zona.
La leyenda provenía de la historia de Richard Cabell, quien
vivió en ese lugar durante el siglo XVII, siendo un rico terrateniente
aficionado a la caza. Además de ser considerado, por la población de aquella
época, como un ser maligno y cruel, se rumoreaba que había vendido su alma al
diablo y también asesinado salvajemente a su esposa. La leyenda expresaba que
la misma noche de su entierro y en cada uno de los aniversarios de su muerte, aparecía
entre los páramos un sabueso infernal que aterrorizaba a los pobladores,
quienes preferían resguardarse en sus hogares, ante la posibilidad de ser
despedazados por el extraño fantasma con forma de sabueso.
En el estupendo libro “Conan Doyle, Detective”, su autor
Peter Costello sostiene que “no había pasado más de un mes de aquella charla,
cuando Doyle ya estaba alojado con Robinson en el Hotel Duchy, de Rowe,
Princenton, en pleno Dartmoor para seguirle la pista a aquel can infernal”.
Tal como escribe Doyle en una carta a su familia “Aquí andamos
Robinson y yo, en la ciudad más alta de Inglaterra, explorando los páramos para
el libro de Sherlock Holmes. Pienso que se va a vender muy bien; por cierto, ya
casi he escrito la mitad. Holmes está en mejor forma que nunca y el argumento,
idea de Robinson por cierto, es realmente intrigante”.
Como el mismo Conan Doyle reconocía en aquella época, la idea de la historia le pertenecía a Robinson, cuyo cochero apellidado Baskerville, (el mismo que los había llevado a recorrer el territorio de Dartmoor), dio nombre al personaje central de la nueva novela que Conan Doyle estaba escribiendo. Aunque sus travesías con Robinson, no fueran completamente reveladoras, puesto que Doyle ya conocía bastantes años atras la zona de Dartmoor, es cierto que los lúgubres parajes rocosos y la desoladora visión de los páramos cubiertos de niebla, fueron de gran inspiración para contextualizar a sus personajes en dicha historia.
En el año 1901, la novela comenzó a publicarse en los
distintos números de “The Strand Magazine”, tal como ocurría frecuentemente,
con las novelas de distintos autores en aquella época, donde el texto era
acompañado por inquietantes ilustraciones que representaban la historia
relatada en el texto. En un primer
momento, Doyle insistió en que su nuevo libro se publicara con el nombre de
ambos, aunque los editores se negaron ya que Sherlock Holmes era obra de Doyle.
No obstante, en la primera edición del Libro, Doyle agradecía expresamente a su
amigo, el hecho de haberle transmitido la historia y darle la idea para que
escribiera su novela.
La dedicatoria efectuada por el creador de Holmes, decía: «A
mi querido Robinson: fue su narración de una leyenda de la parte oeste del país
lo que, por primera vez, hizo que la historia de este relato comenzase a surgir
en mi cabeza. Por eso, y por toda la ayuda que me ha prestado durante la
evolución de la novela, le doy las gracias. A. Conan Doyle».
Años después, más
precisamente en 1989, el psicólogo jubilado Rodger Garrick-Steele, desarrollo una teoría de lo mas fabulosa, al
asegurar que Doyle plagio la historia a su amigo Robinson e incluso llego a
matarlo en 1907, suministrándole arsénico para continuar un presunto romance
que tenia con su esposa. Esta teoría, de lo más fantasiosa ha generado bastante
indignación entre los seguidores de Holmes, al punto de generar un escepticismo
extremo con relación al caso.
Desde el Séptimo Circulo, seguimos esta ultima postura, ya que
parece poco probable y hasta innecesario, para una mente brillante como la de
Doyle, recurrir a un plagio con el fin de escribir un brillante texto de misterio, lo
que no implica a la luz de los hechos, que la ayuda de Robinson no fuera
determinante para la creación de la novela, circunstancia
reconocida por el propio Doyle.
Conan Doyle y Robinson en 1900 en el barco de vapor proveniente de Sudafrica rumbo a Gran Bretaña.-
Anuncio Publicitario- The Strand Magazine.-
Capitulo 1- The Strand Magazine- Agosto de 1901
The Hound of the Baskervilles.-
Manuscrito de Sir Arthur Conan Doyle-
The Hound of the Baskervilles.-
Arthur Conan Doyle jugando al Golf- 1905.-
domingo, 9 de agosto de 2015
Conan Doyle, Detective- Peter Costello- Parte I.-
Es preciso, a la hora de escribir
sobre Conan Doyle y su obra, aludir a la famosa frase que afirma con sorpresa que “la realidad supera a
la ficción”, al menos para poder resumir el verdadero fenómeno que se ha generado en el
último siglo a partir de la creación literaria del detective más famoso de
todos los tiempos: Sherlock Holmes.
En este sentido, antes de
adentrarnos en el estupendo libro objeto de la presente reseña, debemos aclarar que Doyle, amén de ser médico y
ejercer dicha profesión con anterioridad a dedicarse de lleno a la escritura, fue
además un reconocido erudito de la historia detectivesca que llego a disponer
de una extensa biblioteca personal de criminología.
El primer contacto que tuvo Doyle
con el mundo criminal y la investigación policial en particular, sucedió (crease
o no) en su propio hogar. Fue a raíz del fallecimiento de uno de sus pacientes,
hermano de su futura esposa, Louise Hawkins. Muerte que por otro lado, llevo a la policía a investigar el mencionado
deceso en dicha casa, donde Arthur ejercía su incipiente e inexperta profesión de
médico. Por aquellos años, el doctor Doyle, dio nacimiento a su máxima creación literaria:
el detective Sherlock Holmes, (inspirandose en el profesor Joseph Bell, el más ingenioso
y metódico de sus maestros de medicina) y a su compañero de aventuras Mr. Watson.
Sus historias, publicadas casi en
su totalidad, en la revista “The Strand Magazine” se caracterizaron por ser
casos descritos y resueltos en un mismo número, circunstancia que dio una gran
popularidad a su personaje y a cada una de sus aventuras, puesto que no
requerían una continuación en el siguiente numero.
Cuando las aventuras de Holmes alcanzaron
gran popularidad en el seno de Inglaterra, dichos textos comenzaron a ser
traducidos y publicados en distintas partes del mundo, logrando una exorbitante
fama, al punto que el mencionado personaje de ficción, comenzo a corporizarse
y se fue conformando en el ideario colectivo, como una persona real de carne y
hueso.
La notoriedad y la enorme divulgación
de los casos resueltos por Holmes, alcanzaron tal grado de magnitud que muchos
de los texto de Doyle, fueron utilizados para la formación de investigadores
criminales en distintas partes del mundo, tal es el caso de la policía de
Egipto o Hong Kong, cuyo cuerpo de policía era frecuentemente entrenado, con la lectura de
los casos resueltos por el notable detective victoriano.
La fama mundial que adquirió Sherlock
Holmes, asimismo trajo como consecuencia que fueran enviadas a Londres, más
precisamente al 221B de Baker Street, innumerable cantidad de correspondencia
solicitando la intervención del detective para la resolución de los casos más
extraños. Este es un ejemplo concreto de la corporizacion del personaje
en tanto que, tratándose de hechos reales, la gran mayoría de las mencionadas
misivas eran remitidas al propio Doyle, quien se veía frecuentemente desbordado, y le resultaba imposible responder la desmesurada cantidad de cartas que le
enviaban a su detective ficticio.
Por el contrario, esta
correspondencia era utilizada por el autor como vía de inspiración para
escribir, puesto que tomaba diversos elementos de las mencionadas cartas y los
incorporaba asiduamente en sus propias narraciones.
Sucesivamente, como podrá ir
apreciando el lector a raíz de esta serie de artículos, el contacto de Doyle
con la misteriosa realidad que lo rodeaba, lo ira transformando lentamente en un
verdadero investigador criminal.
Joseph Bell, medico que inspiro el personaje de Sherlock Holmes
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