sábado, 30 de mayo de 2015

One Penny.-


En el mejor de los casos, las prostitutas ultimadas por Jack el Destripador, solían dormir en albergues cuyas camas se alquilaban por cuatro peniques la noche. Digo en el mejor de los casos, porque citando a Tom Cullen en su Libro “Otoño de Terror”, cuando no contaban con los cuatro peniques para alquilar dichas camas, terminaban durmiendo en plazas públicas, o en las escalinatas de la Iglesia de Cristo en Spitafields o bien, en el mencionado “Parque de la sarna” en cuyos bancos pasaban la noche, los desamparados habitantes del East End que no encontraban albergue. Por mi parte, he conseguido one penny de 1888. Todavía me faltan tres antes de irme a dormir. 






martes, 26 de mayo de 2015

Teoria: Robert D'Onston Stephenson.-


Esta teoría plantea que los monstruosos crímenes de Whitechapel, no fueron simples asesinatos derivados de una mente perturbada, sino el resultado de algún tipo de procedimiento ceremonial vinculado al satanismo. En este sentido, algunas hipótesis han sostenido que la ubicación de los cuerpos de las víctimas, responde a un simétrico orden procedente del ejercicio de la magia negra. Los más acérrimos defensores de esta conjetura establecen una innegable evidencia: el emplazamiento de los cadáveres dentro del distrito de Whitechapel, conforman una estrella de cinco puntas, mientras otros defienden la idea que tal disposición tiende a formar una cruz invertida de carácter diabólico. 


La estrella de cinco puntas invertida es un símbolo utilizado en ceremonias paganas, en contraposición a la estrella de cinco puntas con el extremo hacia arriba, simbología utilizada por el cristianismo para representar la supremacía del hombre por sobre la naturaleza. Por el contrario, en la estrella invertida, cada punta representa un parte de la naturaleza: tierra, agua, fuego y aire, de tal manera que la punta invertida simboliza, al contrario de lo que postula el cristianismo, la superioridad de los elementos naturales sobre el espíritu del hombre. 

Este símbolo esta asociado a una práctica de adoración e invocación de los demonios. Como consecuencia de ello, se sostiene que el modus operandi del Destripador, estaría circunscripto a una práctica ritual cuyos objetivos podrían llegar a ser, por ejemplo, la obtención de fuerzas sobrenaturales, una pócima para lograr la vida eterna, o el sacrificio de seres humanos con el fin de rendir culto e invocar a Satanás. 


Dentro de este marco, la presente teoría consagra a Robert D'Onston Stephenson, como único sospechoso de ser Jack el Destripador.
Antes de adentrarnos en diversos aspectos de su vida, debemos hacer hincapié en que esta teoría, no fue desarrollada en su tiempo, y pese a que Stephenson fue interrogado al menos en dos oportunidades por la Policía Metropolitana de Londres, y que la revista “Pall Mall Gazette” en una de sus publicaciones, hizo alusión a la posibilidad de que el asesino practicara magia negra, el presunto carácter diabólico de los crímenes no tuvo desarrollo ni fue profundizado en aquella época. 

Robert D'Onston Stephenson, nació el 20 de abril de 1841. En su juventud estudio medicina en Paris y Química en Múnich. Hay algunos indicios que llevan a la conclusión que Stephenson adquirió conocimientos y practica de cirugía en el ejército de Garibaldi durante alguna de sus infatigables luchas en Italia. Entre los diversos países que visito a lo largo de su vida, se encuentran Estados Unidos y la India, donde habría alcanzado cierta erudición sobre magia negra. Sin embargo, algunos sostienen que fue en un  viaje al África donde realmente pudo desarrollar su aprendizaje en materia de ocultismo, magia negra, brujería y satanismo.

Sabemos en el año 1869, Stephenson se traslado a Londres donde desempeño la profesión de periodista, redactando algunos artículos importantes para la revista Pall Mall Gazette y que el día 14 de Febrero de 1876, contrajo matrimonio con una mujer llamada Ann Deary. Haciendo hincapié en su posterior desaparición física y la falta de información fidedigna acerca de su final, algunos investigadores sotienen con firmeza que Stephenson mato a Ann Deary, argumentando que el torso de la mujer sin identificar que fuera descubierto el 11 de Mayo de 1887 flotando en el rio Támesis, pertenece a Deary, siendo este el primer asesinato, de una extensa saga que continuaría al año siguiente con  las prostitutas de Whitechapel.

Fue precisamente en ese año 1888, cuando  Robert D'Onston Stephenson fue internado en el London Hospital sito en Whitechapel Road, con un cuadro de alta tensión nerviosa, ausencia casi total de sueño y diversas inestabilidades de carácter psíquico. Allí permaneció confinado aproximadamente durante poco menos de 140 días, hasta recibir la alta médica en diciembre de 1888.
Si bien se podría pensar que Stephenson estuvo recluido en el Hospital durante la concreción de los crímenes, también es cierto que por aquella época, su encierro no revestía carácter permanente, por lo cual, se sostiene que ingresaba y egresaba intermitentemente de aquel imponente edificio de Londres. 




A esta altura de los acontecimientos, pueden apreciarse dos grandes teorías con relación a la verdadera identidad de Jack el destripador:
1) Hipótesis que sostiene a Robert D'Onston Stephenson como único asesino.-
2) Hipótesis que postula al Dr. Morgan Davis.

Con relación a la primera hipótesis, la misma se apoya en las manifestaciones de un conjunto de personas contemporáneas al sospechoso, que en su momento confirmaron la identidad del destripador de Londres en la persona de Robert D'Onston Stephenson. Lo que resulta significativo con relación a estos declarantes, es que conforman lo que podríamos llamar, el círculo  íntimo del acusado, ya que tales expresiones no solo fueron vertidas por su amante Mabel Collins, sino además por la Baronesa Vittoria Cremers, amiga de Collins y futura socia comercial de Stephenson.
Asimismo, al círculo intimo de este último, debemos incluir a su antiguo socio George March (Ver hipótesis dos) quien con el tiempo terminaria por ratificar dichas imputaciones. En una entrevista hacia finales de la década del 20, la baronesa Cremers, expuso que su testimonio se fundó en las confidencias que le había transmitido su amiga Mabel, quien estaba convencida que su amante era Jack el destripador, y sobre la base de un descubrimiento posterior que la  propia baronesa hizo en el cuarto de Stephenson, donde hallo una caja llena de corbatas manchadas de sangre, presuntamente perteneciente a las victimas ultimadas en el East End aquel año de 1888.

Respecto de la segunda hipótesis, esta nació a partir de la creencia del propio Robert D'Onston, quien apunto a su médico Morgan Davis como autor material de los asesinatos. Al parecer, el Dr. Davis en una charla informal con su paciente, explico cómo habían sido los crímenes, enunciando detalladamente las circunstancias de cada asesinato. La narración del doctor, no solo genero sospechas en su paciente, sino además la más firme convicción de estar frente al verdadero destripador de Londres. Como consecuencia de ello, Stephenson acuso a su doctor, formalizando una denuncia por escrito ante la policía metropolitana.
Para dicha imputación, incluso llego a contar con el respaldo de George March, un sujeto desempleado que tenía una incipiente vocación de detective privado, y con el cual acordó la distribución en mitades iguales de la cuantiosa recompensa ofrecida por dar con la identidad del destripador. Posteriormente, el señor March terminaría incriminando al propio Robert D'Onston Stephenson de ser el asesino.  

Los defensores de esta teoría sostienen que en realidad, Stephenson no solo acuso a su doctor para cobrar la recompensa, sin con la finalidad que la policía no sospechara de él y así desviar el curso de la investigación. En tal sentido y a la luz de los hechos podemos sostener que ambas hipótesis fueron desestimadas por la policía y si bien Stephenson fue considerado sospechoso por su círculo intimo, tal acusación no fue tomada en serio por los investigadores del caso.





miércoles, 20 de mayo de 2015

Jack el Destripador: Dr. Thomas Bond.-


Thomas Bond nació en Somerset, al suroeste de Inglaterra. Estudio medicina y cirugía en el King’s College de Londres, la tercera Universidad más antigua de Inglaterra, e hizo la practica en el King's College Hospital, donde fue galardonado con la medalla de oro de la Universidad de Londres por su destacado examen de cirugía. Después de ejercer medicina para el ejército prusiano donde asistió a los enfermos de cólera, retorno a Londres donde fue designado cirujano del cuerpo de la Policía Metropolitana del Departamento de Westminster. Durante el ejercicio de su carrera, tuvo a su cargo varios casos relevantes, como los crímenes del “Descuartizador del Támesis”, donde le toco oficiar de forense de los restos cadavéricos en estado de descomposición, que fueron hallados flotando a la vera del rio Támesis. En este sentido, el forense se traslado a cada uno de los lugares donde fueron halladas las mencionadas piezas corporales  y se encargo de hacer la autopsia correspondiente, arribando a conclusiones científicas acerca de la forma, tiempo y causa de las muertes, en tanto que sus informes forenses fueron más que necesarios, ante la imposibilidad de la policía de identificar a las víctimas. En el año 1888, a pedido de las fuerzas de Scotland Yard, el doctor Bond tuvo el encargo de redactar un informe científico acerca del perfil psicológico de Jack el Destripador. En este sentido, Robert Anderson, Comisario de la Oficina de Investigación Criminal, le envió una misiva el 25 de octubre de 1888, solicitándole ayuda respecto de los crímenes que estaban convulsionando a Londres. A tal efecto, adjunto a la misma, varias reproducciones de las pruebas recolectadas durante los crímenes de las cuatro primeras victimas canonícas de Jack el Destripador. Dicho informe fue entregado el día 10 de noviembre de 1888, o sea el día siguiente a la muerte de Mary Jane Kelly. Entre los puntos destacados del mencionado documento, el Dr. Bond respondió a la policía que los cinco asesinatos fueron cometidos por el mismo asesino, y que este utilizo (salvo en el crimen del día anterior) similar modus operandi, a saber: un corte de arma blanca pulsado sobre la garganta de la víctima, en dirección de izquierda a derecha, afirmando que en el caso de la muerte de Mary Jane Kelly era imposible determinar el procedimiento utilizado por el asesino, dada la profunda mutilación que había sufrido el cuerpo. Con relación al arma empleada, sostuvo que se trataba de un cuchillo resistente y sin curvatura, o sea recto, posiblemente una navaja o cuchillo de carnicero de aproximadamente quince centímetros de largo. Una vez efectuado dicho corte (primero y fatal) expreso que el asesino no necesariamente quedo cubierto de sangre, aunque si es probable que al menos sus manos y parte de sus ropas resultaran manchadas con la sangre de las víctimas, por lo cual se pronuncio a favor de la posibilidad que el ultimador usara una capa o algún otro tipo de abrigo, a los efectos de no despertar sospechas una vez cumplida su tarea. Asimismo, entre otros aspectos de este notable informe, sostuvo que los ataques habían sido sorpresivos, no dando posibilidad a las víctimas de resistirse o repeler dichas agresiones y que en todas las muertes la finalidad era la mutilación de los cuerpos. Profundizando este aspecto, el forense informo que si bien el objeto de los ataques era la mutilación, cada una de ellas, no denotaban un conocimiento científico de anatomía, ni humana ni animal, por parte del asesino. Otro punto destacado del parte, son las factibles características particulares del victimario, estableciendo que probablemente se tratase de un hombre de considerable fuerza, con un aspecto corriente e  inofensivo, incapaz de levantar sospechas en su círculo social, pero con indudables brotes psicóticos capaces de despertar su instinto sexual y homicida. En síntesis, podemos asegurar que la tarea del Dr. Bond en este informe fue notable, dado el desarrollo incipiente de la criminología en aquel tiempo. Por eso, muchos investigadores consagran a este médico forense como uno de los primeros perfiladores de asesinos de la historia, siendo un autentico precursor para los que vendrían luego, tales como Robert Ressler, John Douglas y muchos otros. Para finalizar, debemos concluir diciendo que el Dr. Bond se suicido el 5 de Septiembre de 1901, arrojándose por la ventana del tercer piso de su casa de Wéstminster, luego de caer en una profunda depresión tras una larga enfermedad, siendo enterrado en el cementerio de Orchard Portman situado en Somerset, tierra en que nació.
 




jueves, 14 de mayo de 2015

Libro "Jack el Destripador. La Leyenda Continúa". Entrevista al Dr. Gabriel Pombo.-

En ocasión de publicarse la segunda edición  del libro “Jack el Destripador. La Leyenda Continúa” del Dr. Gabriel Pombo, Editorial “Torre del Vigia Ediciones” Mayo de 2015, la redacción del Séptimo Circulo decidió contactar a su autor, con el fin de realizar una entrevista acerca de esta nueva publicación sobre Jack el Destripador. El Doctor Pombo, con la cordialidad que lo caracteriza, nos cito puntualmente en el elegante Lobby del Hotel donde se encontraba hospedado en Buenos Aires, lo que dio lugar a una charla amena, que se distinguio por ser profunda y distendida. Entre saludos y firma de ejemplares, el autor detallo algunos rasgos peculiares de su nueva obra, y el arte de escribir. Para deleite de todos nosotros, el resultado, es la presente entrevista que se transcribe a continuación:





S.C: El libro cuenta con diversos capítulos tales como Jack, el Asesino Psicópata, el Asesino Sexual, el Asesino Enamorado, etc. ¿Cuéntenos Doctor por qué decidió dividir los capítulos conforme los distintos perfiles criminales?

Dr. Gabriel Pombo: Me pareció un método atractivo para ir desarrollando la historia del célebre asesino desde el punto de vista de los sospechosos nominados por diversas teorías. En algunos de los capítulos el título se debió a la motivación  que impulsaba al criminal de turno; como por ejemplo en "Jack. El asesino sexual", donde los personajes reseñados eran homicidas múltiples que mataron impelidos por esa compulsión. En otros casos, el título del capítulo estuvo dado por la relación personal que pudo haber tenido el victimario con la víctima; por caso: el capítulo rotulado "Jack. El asesino enamorado", donde la clave habría radicado en el previo conocimiento íntimo existente entre el agresor y las agredidas. 

S.C: En una de las primeras aproximaciones al libro resulta significativa la calidad de la cubierta ¿Quién es autor de la misma y como decidió contactarlo?

Dr. Gabriel Pombo: Ha sido unánime la positiva impresión que causó la cubierta de "Jack el Destripador. La leyenda continúa". 
Se trata de un trabajo del consagrado portadista e ilustrador Alejandro Colucci. Un artista compatriota que ha trabajado para editoriales del fuste de Planeta, Océano y Dolmen, entre otras. Hay mucho esfuerzo mío contenido en las páginas de este libro, y consideré que el mismo se merecía lucir la mejor vestimenta posible.
Y bueno, los lectores podrán contemplar aquí a Jack de espaldas, con su clásico elegante atuendo caminando en un día otoñal a orillas del Támesis, con el Big Ben y otros edificios señeros de Londres como telón de fondo.

S.C: Basándonos en la exquisita calidad del texto, el primer capítulo parecería desarrollar una técnica literaria que trasciende la mera investigación. ¿Es la antesala a una futura novela sobre el destripador de Londres?

Dr. Gabriel Pombo: Incursionar en el género novela es una cuenta pendiente que aguardo pronto poder saldar.
Te agradezco tus elogiosas palabras. Me he esmerado por que mi escritura esté a la altura de los lectores más exigentes. Dado que el libro no es una novela, sino que constituye una investigación histórica, he procurado dotarlo de fluidez y amenidad. A tal efecto fue que introduje algunos ganchos literarios propios de una novela, como diálogos, coloquios o descripciones de los estados anímicos de los personajes.Pero todo ello lo hago sólo a fin de tornar más llevadera le lectura, y esforzándome por no sacrificar la objetividad y la rigurosidad del material que presento.


S.C: A lo largo del texto se pueden conocer las diversas teorías con una profundidad inédita en un texto originalmente escrito en  castellano. A raíz de ello nos surge la siguiente pregunta ¿Jack el destripador fue una consecuencia de la era Victoriana o más bien un asesino aislado adelantado a su época?

Dr. Gabriel Pombo: Todo hombre es él mismo y sus circunstancias, como diría el filósofo.
Por tanto, no se puede escindir impunemente al individuo de su contexto histórico, económico y social, y suponer que esos crímenes se hubieran verificado en otro ámbito que no fuese la sociedad de la Inglaterra victoriana de fines del siglo XIX. Mi opinión es que el criminal apodado Jack the Ripper representó un adelantado para su tiempo, y que no consiguió librarse de castigo para siempre tan sólo por buena fortuna, o gracias a negligencia policial.
Las autoridades británicas se mostraron impotentes para capturar a un psicópata que asesinaba serialmente, y en cuyo accionar letal estaban ausentes las motivaciones tradicionales de un criminal. Por ejemplo: la codicia, el odio, el afán de lucro, etc.
Este ultimador supo aprovechar el estado incipiente por el cual atravesaban entonces la criminología y los métodos policiales usados en 1888.

S.C: ¿Qué piensa de la “cantidad” de Teorías desarrolladas a lo largo del último siglo?

Dr. Gabriel Pombo: Son positivas en la medida que dotan de publicidad a un asunto delictivo paradigmático que, de otro modo, caería inevitablemente en el ostracismo. Vale la pena conocer este apasionante caso criminal, y las teorías acusando a tal o cual persona de haber sido el anónimo asesino le confieren un encanto mediático que, aunque efímero, es necesario para que el olvido no se cierna sobre aquella trágica historia. 
En ese sentido, bienvenidos sean los libros, los filmes y las escenificaciones teatrales que año tras año fomentan la leyenda de Jack el Destripador. Mi tarea como divulgador serio consiste, por el contrario, en que el lector interesado en saber la verdad de los hechos disponga del material más objetivo posible. Todo ello sin perder, durante el proceso de información y aprendizaje, la amenidad y la fluidez que un buen libro debe poseer.




     

S.C: ¿Las ve como algo positivo o dichas teorías tendieron a profundizar aun más el anonimato de  Jack el destripador?
      
Dr. Gabriel Pombo: Creo que mi respuesta anterior en parte contesta también esta pregunta. Devienen positivas tales teorías pues mantienen viva la leyenda. En cuanto atañe al anonimato, mi parecer es que aquí el mismo está completamente asegurado. Ha transcurrido demasiado tiempo. Nos separan ya 126 años de aquellos luctuosos hechos. Al decir del criminólogo Edmund Locard:  "El tiempo que pasa es la verdad que huye"; y en este caso, como es pocos, esa sentencia se tornó de perfecta aplicación.

S.C: Uno de los capítulos de su nuevo libro “Jack el Destripador. La Leyenda Continua” trata sobre las nuevas teorías  ¿Piensa que aportaron cuestiones de relevantes a la investigación?

Dr. Gabriel Pombo: Destaco el esfuerzo realizado por los investigadores concienzudos que, valiéndose de procedimientos científicos, postulan diversas hipótesis sobre la identidad de este impune homicida serial. También me parecen loables las conjeturas de los estudiosos que, aún sin servirse de la ciencia, llevan a cabo una ardua y encomiable labor. Mi crítica dura la reservo para aquellos autores que, en forma desembozada, esgrimen una teoría inspirada en propósitos meramente mediáticos, o buscando el fin espurio de sólo vender libros u obtener una fama efímera. Mis lectores podrán apreciar que cargo las tientas, por ejemplo, sobre Russell Edward, su presunto uso del ADN mitocondrial aplicado a un chal supuestamente manchado con sangre y semen que permitió "descubrir" la identidad de Jack the Ripper. 
Esta teoría, aparecida en setiembre de 2014, sindicó a un lunático inofensivo que en verdad nunca fue reputado sospechoso por Scotland Yard.

S.C:¿Piensa que el destripador era un pobre habitante del East End o un rico acaudalado que vivía fuera de la zona e iba de visita los fines de semana a perpetrar sus crímenes?

Dr. Gabriel Pombo: No creo que fuera necesariamente pobre. Más bien estimo que disponía de ciertos ingresos. También considero plausible que contase con un trabajo estable que le impedía consumar sus ataques entre semana, pese a que las prostitutas salían todas las noches a ejercer su oficio. 
Tal vez hasta tuviera una familia a su cargo, y los fines de semana y los días festivos se escapaba de su hogar burgués dando pábulo a su vesanía criminal y cebándose con las meretrices de Whitechapel; quien sabe...
Lo único cierto es que el matador conocía al dedillo las callejuelas, las tabernas y las pensiones del distrito. Había cronometrado las rondas de los agentes y, merced a tal precaución, se evadía una y otra vez de los cordones policiales luego de consumar sus atentados. Ese dominio cabal de la zona en la cual operaba le valió su impunidad.  Por ende, la hipótesis de que se trataba de un acaudalado habitante del West End deviene muy escasamente probable.

S.C: ¿ Cual fue en su vida el primer contacto con este caso y de donde cree que surge su pasión por Jack el destripador?
   
Dr. Gabriel Pombo: Este criminal configura el emblema del homicida en serie, y ese fenómeno me resulta atrayente, digno de estudio y divulgación.
En cuanto a mi primer contacto con este tema, fue hace muchos años atrás al leer el libro del periodista estadounidense Tom Cullen "Otoño de terror".

S.C.: Cuéntenos, donde los amantes de este tipo de lecturas, podemos conseguir el libro “Jack el Destripador. La Leyenda Continua”.

Dr. Gabriel Pombo: En el momento en que se publica este reportaje la obra ya está disponible en las librerías de mi país Uruguay; y, Dios mediante, espero que pronto también pueda hallarse en las librerías de Argentina, cuando menos.



Desde ya, El Septimo Circulo agradece al Dr. Pombo y a su asistente (N.H.) por la entrevista y las imagenes, respectivamente.