Se presume que el doctor John Hamish Watson, hijo de Henry
Watson y Ella Mackenzie, nació en el año 1852. Después de vivir algunos años en
Australia con su padre y un hermano (su madre había fallecido), regreso a
Inglaterra para cursar la carrera de medicina en la Universidad de Londres, donde
se graduó en el año 1878. Con posterioridad a realizar una práctica de cirugía en
el hospital San Bartolomé, paso a formar parte de la plantilla de médicos del
ejército británico, ya que por aquel tiempo, Gran Bretaña estaba implicada en
la denominada Segunda Guerra Afgana.
Posteriormente, el doctor Watson es
incorporado al 5º Regimiento de Fusileros de Northumberland, e Inglaterra sufre
una importante derrota en la llamada batalla de Maiwand (1880). En dicha
ocasión, Watson sufre una herida de gravedad en el hombro y su vida es salvada
gracias a la intervención de Murray, su ordenanza. Durante su recuperación,
contrae fiebre tifoidea y es enviado nuevamente a Inglaterra. A partir de ese
momento cobro una pensión del gobierno, que le permitió pagar una habitación en
un modesto hotel en Londres.
En una ciudad donde nadie lo conocía, y sin
fondos económicos suficientes, la fortuna
hizo que se cruzara con un joven médico de apellido Stamford en el bar Criterion,
a quien transmitió su deseo de mudarse a un lugar más económico. Stamford le comento que conocía a un sujeto que estaba buscando alguien para compartir los
gastos de alquiler, de una habitación económica.
Luego se trasladan a Bart’s
donde Watson conoce finalmente a Sherlock Holmes, quien en aquel momento,
estaba compenetrado en una de sus tantas investigaciones científicas. Allí,
Holmes dialoga con Watson por primera vez, y lo saluda utilizando una sorpréndete
deducción: “¿Como está usted? Veo que ha estado en Afganistán”.
Transcurrido un
tiempo de haberse mudado a las habitaciones del 221B de Baker Street, el doctor
Watson comienza a participar de a poco en los casos de Holmes, transformándose
en el cronista de casi todas sus historias criminales.
Debemos aclarar que los
relatos de Watson, no eran valorados por Holmes, ya que esté creía que los
elementos narrativos y las aptitudes literarias del doctor, con frecuencia
arruinaban las historias que por esencia, debían ser demostraciones concretas de
sus prácticas científicas. No obstante, el detective menospreciaba los relatos,
por considerarlos un cumulo de situaciones sensacionalistas completamente ajenas
a su ciencia. La tensión entre los dos amigos, lleva al Dr. Watson a sugerir que
si estaba tan disconforme, los escribiera él mismo.
En un par de casos, Holmes
narra sus propias aventuras (La
Aventura del Soldado Descolorido y La Aventura de la Melena del León) y reconsidera su
posición respecto de la narrativa de su amigo: “Me veo obligado a admitir, que
habiendo tomado la pluma, empiezo a darme cuenta de que hay que presentar la
materia de modo que pueda interesar al lector”, por lo cual desecha con firmeza
sus crueles criticas, con el objeto reivindicar los excelentes relatos de su
amigo.
Conforme el canon, el Dr. Watson es un hombre
apuesto. Contrae matrimonio y enviuda en varias ocasiones. Incluso esté presume
que su experiencia con las mujeres “se extiende a muchas naciones y tres
continentes distintos”. Algunos comentarios de Holmes ratifican dicho alarde de
seducción, al decirle a Watson que “el sexo débil es su especialidad” o bien al
mencionar las “ventajas naturales” de su amigo con las mujeres.
Quizá el
aspecto más sobresaliente de la personalidad de Watson y uno de los motivos que
hacen de él, un personaje entrañable, sea su apoyo incondicional a Holmes en
cada una de sus crónicas criminales. En este sentido, no solo es fidelidad,
sino un verdadero tributo a la amistad, el que lleva a dejar de lado sus asuntos
personales para ayudar al detective consultor. En muchas ocasiones, es Watson
quien se ocupa inicialmente de los casos sin la presencia de Holmes. Quizás el
caso más emblemático sea “El sabueso de los Baskerville” donde se traslada a
Baskerville Hall para investigar la misteriosa muerte de Sir Charles
Baskerville.
En conclusion, podemos agregar que el éxito de los relatos de
Holmes, se debe al magnífico protagonismo de su amigo. Sin Watson como personaje
central de la historia, está hubiera sido muy distinta e incluso de inferior
calidad. Me atrevería a decir que sin Watson no existiría el canon… tampoco Sherlock
Holmes.-
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